Cuando me quedé embarazada no podía ni por asomo imaginar todo lo que mi hijo me iba a aportar, en mi cabeza y en mi alma se abrieron un montón de puertas que contenían a su vez otras y en ese camino seguimos, abriendo puertas que me ofrecen universos nuevos, diferentes y que me ayudan a entender, a aprender, desaprender y vivir. Mi hijo ha sido el motor que ha impulsado este cambio tan profundo en mi vida, el que ha propiciado que comenzara un camino de aprendizaje maravilloso y que me haya ido encontrando con personas increíbles, ese tipo de personas que gozan de una luz especial y a las que no dejo de agradecer cada día todo lo que me han aportado. 
Comencé dejándome acompañar por las suaves y cálidas palabras de las doulas, empapándome de su calma, su cuidado, su tacto, su discreta presencia. Y quise saber más y conocí a Angeles Hinojosa, escuché atentamente sus sabias palabras, me aportó una herramienta maravillosa: la reflexología que además de seguridad me dio fuerza para hacerme responsable tanto de  mi salud como de la de mi hijo. Ella me enseñó a confiar en el cuerpo y en los recursos que la naturaleza ha puesto a nuestro alcance. 
Mi mente se abría y mi cuerpo también pedía elasticidad. Llegué al yoga para embarazadas bebés y niños, ahondando en los misterios y conexiones entre el cuerpo emocional y el cuerpo físico. Me estiré, recoloqué mi cuerpo, salté, bailé grité y conecté con mi interior. Me relajé y paré a asimilar el camino recorrido. 
Y hoy te presento mi blog un reflejo de este caminar constante, en este momento poniendo en práctica parte de lo aprendido sin dejar de buscar, de cuestionar y revisar.